EN DEFENSA DE LOS CAMPESINOS COLOMBIANOS Y SUS SEMILLAS
El debate continua porque en realidad la resolución continua vigente, pues fué suspendida, pero no derogada.
En Colombia como consecuencia de la firma de los Tratados de Libre Comercio, se considera que solo se pueden utilizar semillas certificadas por empresas transnacionales. Es así como los campesinos que guardan o intercambian semillas naturales cultivadas por ellos mismos durante décadas, para su comercialización e incluso para el propio uso, se consideran hoy como delincuentes.
Siguiendo las determinaciones normativas (Resolución 970 del Instituto Colombiano Agropecuario) se ha comenzado a penalizar a los campesinos con cárcel (4-7 años) y con multas, a arrojar toneladas de semillas a la basura (hasta el momento se han desechado 2.257.000 toneladas, especialmente de arroz).
Es absurdo que se protejan semillas genéticamente modificadas antes que el patrimonio de miles de semillas que habían sido cultivadas, adaptadas e intercambiadas por siglos en América y hoy incluso se considere a los campesinos como delincuentes, condenándolos de esta manera a la miseria. Estas decisiones constituyen además un atentado a la biodiversidad colombiana, pues lo que se busca al privilegiar las semillas certificadas es homogenizarlas genéticamente, lo cual implica no solo dependencia alimentaria, sino también el saqueo de los conocimientos culturales de comunidades que durante siglos han cuidado y protegido semillas, que hoy dramáticamente se consideran ilegales.